Por Ámbar Carralero Díaz
“Oleaje es un proyecto de amor, un amor que atraviesa la muerte, una pandemia mundial, un parir sin poder respirar”, declara la fotógrafa cubana May Reguera, a propósito de su participación en la exposición colectiva “Tránsitos II. Fotografías en un mundo global”. Esta muestra fotográfica, nace fruto de la colaboración entre el Centro de Arte del Alcobendas y PHotoESPAÑA 2024 como resultado de un máster de fotografía que se realiza anualmente. La muestra comprende obras de varios artistas y estuvo a disposición del público del 8 al 28 de octubre.
El Centro de Arte de Alcobendas es un sitio ubicado en esta ciudad al norte de Madrid, cuenta con mediatecas, salas de estudio y espacios expositivos que, se caracterizan por el rigor en la curaduría de su programación cultural, galerías y exposiciones, convirtiéndolo en un espacio de referencia. Es uno de mis lugares favoritos desde que vivo aquí hace dos años, por lo que en cuanto supe que la obra fotográfica de May estaría expuesta me acerqué a verla, como los náufragos cuando de repente encuentra algo a lo que sujetarse. Quienes han emigrado evocarán fácilmente la sensación que refiero.
May Reguera es una actriz, fotógrafa, artista visual y emprendedora cubana nacida en 1990 en la provincia de Cienfuegos. Fundó en 2018 el MYMY Reguera Studio y desde entonces ha trabajado con intensidad logrando un concepto visual muy interesante y característico, podemos encontrar símbolos y colores tropicales mezclados con tendencias contemporáneas asociadas al mundo de la moda, el diseño, la publicidad.

Al llegar, me encontré con el registro de una maternidad sin el filtro edulcorado de “qué felices somos siendo madres”, con marcado carácter autorreferencial y documental. Se nota el cansancio extremo, muchas veces antinatural (aunque insistan en naturalizarlo a fuerza de repetirlo y restarle importancia), la entrega con la mayor carga siempre de nuestro lado, también las grietas de la realidad cubana junto al cuerpo de la madre (la propia artista May Reguera) en estado de derrumbe, transformación, y cierta belleza que persiste en nosotras como una suerte de resistencia, de supervivencia de nuestra condición de ser mujeres que va más allá de ser o no madres. En definitiva, luego de parir, amamantar, seguimos siendo cuerpos y mentes que desean, aunque posterguemos desde las ganas de ir al baño hasta la necesidad de retomar las charlas con las amigas más queridas, o cualquier viaje o desarrollo profesional que debe aplazarse, desde lo más trivial y fisiológico hasta lo más trascendente, seguimos deseando.
Sobre la documentación y planificación de las sesiones de fotos y, el concepto de su muestra, May comenta:
“Yo no planee que esto fuera una serie. De hecho, a raíz del máster he recreado algunos escenarios que viví y no documenté. Como la escena de los Pampers desechables reutilizados o el retrato de la faja postparto, que es más simbólico. Retraté momentos porque intuyo que era lo que me mantenía atada a un vieja “yo” que ya no estaba. Retraté para darle de comer a “la artista”, para atarla con un hilo invisible a la cintura y no perderla. Fue un mecanismo de defensa. El retrato de fondo rojo “Leche (o Madre Hambre)” fue un pedido para ser parte de una exposición colectiva y yo necesitaba por todos los medios, después de la pandemia y después de convertirme en madre, ser parte de algo que me conectara con una vieja May. A distancia y desde la iniciación veo este proceso bastante distinto, pero soy amable conmigo y sé que lo hice lo mejor que pude en ese momento.”

Reguera ha logrado sostener y hacer crecer un emprendimiento de mucha fuerza e influencia en la comunidad de artistas cubanos. Muchísimas personas de distintos medios pasan por su estudio porque es allí donde quieren fotografiarse: bailarinas, modelos, actrices, influencers, representantes de comercios locales y marcas internacionales de prestigio. En sus redes sociales también tiene una comunidad amplia de seguidores.
En la publicación de uno de los posts sobre la expo colectiva, una chica del medio teatral que es madre comentaba que “romantizamos la maternidad y queremos una suerte de reconocimiento por el hecho de ser madres”. He tenido discusiones con colegas que me han dicho que le sacamos partido a la maternidad revictimizándonos y dramatizamos nuestros sacrificios cuando es una elección. Me provoca mucha impotencia, pero es un criterio manejado habitualmente por madres cubanas (visiblemente machistas), compartido a menudo por quienes no son madres, y por muchos hombres también. Al respecto, May confiesa:
“Considero que tenemos derecho a expresarnos y a compartir nuestro sentir. La maternidad se romantiza y a la vez se minimiza. Y no me parece que eso sea adecuado. Tuve depresión postparto y en parte considero que sucedió porque lo que había leído o escuchado sobre la maternidad (lo poco porque lo correcto es no hablar y simplificar) no encajaba para nada en mi experiencia, y al mismo tiempo tenía todos esos pensamientos de: “estoy exagerando”, “estoy dramatizando”, “debería tener más fuerza”, “deberían parecerme bien todos estos cambios”, “todas pasan por esto y no se quejan”… Parte de la salud mental se sostiene en poder hablar, compartir, “ser” libremente y también en entender que cada experiencia es distinta, en poder respetar(nos) eso. No creo que nadie, que no haya pasado por la experiencia de ser cuidador de un ser humano puede entender esto. En general, esas opiniones solo me interesan para entender que SÍ hace falta fomentar espacios seguros de debates y encuentros para nosotras. Es posible que muchas madres cuestionen a las que compartan su sentir, es parte del método que viven y de lo que les ha permitido la sociedad y las circunstancias o las personas de las que se rodean. Yo no quiero un reconocimiento por ser mamá, no necesito que nadie venga a aprobar nada. Simplemente comparto mi historia y abro espacios (me gustaría pensar) para que muchas más se sientan en la libertad de hacerlo y saberse madres buenas desde sus particularidades y diferencias. Lo hago, no porque necesite medallas sino porque me parece adecuado y saludable hablar del tema sin meterlo en una caja o en un envase. No hay un escalafón de dolor según la experiencia que tengamos, yo estuve rodeada de familiares (a pesar del COVID) y aun así me quebré, se trata de algo más sutil que no todo el mundo entiende.”

La cuenta del estudio de May Reguera y su proyecto en sí mismo es inclusivo, se visibilizan tópicos que siguen siendo tabú en nuestras sociedades, como el duelo prenatal y neonatal, la necesidad de aceptar nuestros cuerpos como son, de mostrarnos en todos nuestros matices y diversidad desde lo físico, lo sexual, lo racial, evitando la violencia simbólica y sutil y empleando la fotografía, el audiovisual, las artes visuales como recursos de transformación, de reconstrucción de valores que nos devuelvan la Humanidad de nuestra especie. Recientemente sumó a su trabajo el proyecto MYMY Creativas, un espacio desde el que crean y gestionan contenidos de diferentes negocios para las redes sociales, con el compromiso de generarlos desde el respeto, la inclusión, la responsabilidad, y que les ayude a posicionar los estereotipos de belleza, raza y/o sexualidad.
“¿Por qué el cuidado de los infantes y de personas vulnerables sigue recayendo a estas alturas del siglo XXI, mayoritariamente sobre las espaldas de las mujeres, aunque trabajen y sean “independientes”?”, le pregunté a May para cerrar la entrevista:
“En mi caso, tuve la presencia y constancia, cien por ciento de mi pareja, es mi aliado y creo que esa debería ser la norma. Para eso hace faltan muchísimos cambios, nosotros somos nuestros propios jefes y eso nos ayudó a decidir nuestros tiempos. La sociedad no está articulada si quiera para que los padres tengan espacios para paternar. En todas mis consultas de genética, por ejemplo, estuve sola, y mi esposo tuvo que esperar fuera, había COVID y solo podían estar los imprescindibles, pero en mi opinión el padre o el otro/a cuidador/a tiene tanto derecho a estar presente en estos momentos aunque sea una la que lleve en el vientre al pequeño. Yo, en Cuba, tuve un año de licencia de maternidad, no funciona igual para un hombre. En ese sentido creo que existe un sistema que fomenta mucho que nos sintamos este peso sobre nuestros hombros.”
Sólo me resta invitarlos a que conozcan el trabajo del MYMY Reguera Studio y de la artista, a través de su cuenta en Instagram y la página web de su estudio fotográfico. Relevante acotar que parte de la muestra fotográfica reseñada aquí también estuvo incluida en la Expo Londres 2024-HÁBITAT en la Galería The Art Pavilion del 15 al 20 de octubre y que estará mostrándose en La Habana en febrero del año 2025.
Fue hermoso reencontrarme con la obra de esta artista en la ciudad donde resido actualmente, fue como tener un pedacito de mi añorada Cuba en Alcobendas y reconectar con mi experiencia durante el puerperio.
Comadreo se despide de esta artista, emprendedora y madre cubana, con la promesa de seguir trabajando para que cada vez sean más los espacios seguros donde, efectivamente, podamos encontrarnos y contar descarnadamente nuestras experiencias, sin censuras, ni edulcoraciones, tomarnos de la mano, acuerparnos y, de a poco, reconstruir los imaginarios.
Comadre, ¿nos das tu mano?
Cuenta de artista https://www.instagram.com/mayreguerart?igsh=c2hzcXYwZmMxN3l5
Cuenta del más reciente proyecto https://www.instagram.com/mymycreativas?igsh=cmhzcW45Z3h5MG45
Página de su estudio fotográfico https://www.myreguerastudio.com